¿Cómo sabemos qué clima hacía en la Tierra hace mil, cien mil o incluso millones de años? La respuesta está en una ciencia llamada paleoclimatología, que estudia los climas del pasado usando “registros naturales” como sedimentos, hielos, corales, anillos de árboles y, por supuesto, rocas.
Las rocas sedimentarias son especialmente útiles porque pueden contener señales de antiguos lagos, mares, desiertos o glaciares. Por ejemplo, ciertas capas con grietas de desecación indican que alguna vez hubo un clima árido. Otras capas con fósiles marinos apuntan a épocas en que el mar cubría áreas ahora secas.
También los glaciares conservan burbujas de aire atrapadas que nos dicen cuánto CO₂ había en la atmósfera. Y los espeleotemas (formaciones en cuevas como las estalactitas) registran en su química cómo variaron las lluvias con el tiempo.
Estudiar estos registros ayuda a entender cómo ha cambiado la Tierra a lo largo de millones de años. Esto, a su vez, nos da contexto para entender el cambio climático actual: qué tan rápido está ocurriendo y qué consecuencias podría tener.
La paleoclimatología es como leer un diario antiguo escrito en piedra, hielo o barro. Cada dato nos acerca un poco más a comprender la historia del clima y cómo podríamos proteger nuestro futuro.
📚 Referencias:
- Cronin, T. M. (2010). Paleoclimates: Understanding Climate Change Past and Present. Columbia University Press.
- Bradley, R. S. (2015). Paleoclimatology: Reconstructing Climates of the Quaternary. Elsevier.
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