La erosión es un proceso natural que transforma lentamente la superficie terrestre. A través de la acción del viento, el agua, el hielo y la gravedad, las rocas se desgastan y se transportan a otros lugares. Es como si el planeta fuera un escultor paciente que, con el tiempo, moldea montañas, valles, acantilados y playas.
Por ejemplo, cuando la lluvia cae sobre una ladera, arrastra pequeñas partículas hacia abajo. Si esa acción se repite por siglos, puede formar cañones impresionantes como el del Cobre en México o el Gran Cañón en Estados Unidos. El viento, por su parte, da forma a los desiertos, creando dunas móviles y arcos naturales.
La erosión no es lo mismo que la meteorización, que es la descomposición de las rocas en su lugar. La erosión implica movimiento, el transporte del material ya desgastado hacia otro sitio. Y aunque es un proceso natural, se ve acelerado por actividades humanas como la deforestación, la agricultura intensiva y la urbanización.
También es una pieza clave en el ciclo de las rocas. Sin erosión no habría sedimentos, y sin sedimentos no se formarían nuevas rocas sedimentarias. En otras palabras, es parte del “sistema de reciclaje” geológico de la Tierra.
La erosión nos recuerda que el paisaje que vemos hoy no siempre fue así… ni lo será mañana. Todo está en constante cambio, aunque a veces sea tan lento que no lo notamos.
📚 Referencias:
- Montgomery, D. R. (2007). Dirt: The Erosion of Civilizations. University of California Press.
- Huggett, R. (2011). Fundamentals of Geomorphology. Routledge.
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